¡CRISTO HA RESUCITADO!

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¡CRISTO HA RESUCITADO!

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):

EL primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor

¡HAS RESUCUTADO, SEÑOR!

Has gritado, con tu escandalosa muerte,
en medio de tanto ruido y, tu final,
ha podido más que la misma muerte

¡GRACIAS, SEÑOR! ¡ALELUYA!

Has muerto, pero al morir,
nos has enseñado a mirar hacia el Padre
a cumplir la voluntad de Dios
y no la nuestra a buscar el bien de los demás y no el propio.

¡HAS RESUCITADO, SEÑOR!

Se ha cumplido lo anunciado por los profetas
hemos pasado de la tiniebla a la luz,
del pecado a la gracia,
de la falsedad a la gran Verdad,
de la tierra al mismo cielo,
de los interrogantes a tu VIDA como respuesta.

¡HAS RESUCITADO, SEÑOR!

Lo eterno, en esta noche santa y divina,
se impone a lo efímero.
El sepulcro se convierte en simple y vago recuerdo,
la losa de la muerte se fragmenta en mil pedazos
y tú, Cristo, sales caminando y victorioso

¡HAS RESUCITADO, SEÑOR!

En esta noche, oh Señor, no existe ya el fracaso,
ya no observaremos con temor al último día
ni, mucho menos, teñiremos de negro
los suelos por los que nuestros pies avanzan.

¡HAS RESUCITADO, SEÑOR!

Has resucitado, y con tu resurrección,
nos das alas para soñar y volar en el cielo eterno,
para combatir dudas y soledades.
Nos das ojos grandes para ver el mañana
frente al hoy que se nos impone.
Colocas nuestros pies en el camino de la fe
para esperar ante la desesperanza,
para gozar con la gloria que nos aguarda,
para no alejarnos de ese surco que Dios traza
entre esta tierra y el cielo en el que habita

¡HAS RESUCITADO, SEÑOR!

Y, porque has resucitado, te damos las gracias.
Contigo, seremos invencibles.
Contigo, llamados a la vida.
Contigo, empujados al Padre.
Contigo, sin temor ni temblor, hasta el final.
Movidos por la fe, con la fe y en la fe

¡HAS RESUCITADO, SEÑOR..Y NOS BASTA!

 

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