Domingo 4º de Pascua

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Domingo 4º de Pascua

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,27-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

Palabra del Señor

 

Somos tu rebaño

Aquí estamos, Señor,
como ovejas que siguen al pastor,
a veces somos blancas,
otras en cambio
nos sentimos la negra,
en unas ocasiones nos perdemos
y nos buscas con todo tu afán,
y en otras estamos junto a Ti,
seguras, tranquilas,
sabiendo que Tú nos llevas
a buen recaudo.

Queremos ser como las ovejas,
que te siguen por elección,
de manera adulta y pensada,
de forma única y elegida,
no infantilizados por ningún pastor,
sino invitados por Ti a la plenitud,
a la mayoría de edad,
a la decisión propia de seguirte,
a donde quiera que Tú vayas.

Somos la oveja que se pierde
y Tú abandonas a las otras,
hasta encontrarla.

Somos las ovejas fieles,
que a veces nos acostumbramos a Ti
y no gozamos de tus maravillas,
ni de la suerte de tenerte
de compañero,
ni de la alegría de vivir a tu lado.

Haznos ovejas alegres y cantarinas,
buenas compañeras de manada,
generadoras de relaciones cálidas
y de buen reparto del pasto para todos

Que no acaparemos el espacio común,
que compartamos todo lo que tenemos
que seamos tu rebaño querido,
ese que descansa, al caer la tarde,
tendido a tu alrededor,
sosegado por dentro,
por la misión cumplida.

Somos tu rebaño, Señor.

(Mari Patxi Ayerra)

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