LA PLENITUD DE LA VIDA

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LA PLENITUD DE LA VIDA

UNIFICACIÓN DEL DESEO

Necesidades y deseos exigen su ración diaria
dentro de nosotros.
Acosan el corazón y esparcen su malestar
en todas direcciones.
Caprichosos y fugaces como rabia de niño.
Elementales como el sol y el pan de cada día.
Ajenos e impuestos por la astucia del mercado.

Nuestros y viscerales con una larga historia
de hormonas y de días.
Pero encuentro en mí un deseo con raíces
más hondas que yo, con un destino
más extenso que mis contornos singulares,
más duradero que mis días contables:
¡el deseo de ti y de tu reino!

Único deseo que orquesta en armonía
nuestras necesidades.
Fuego inextinguible que tú alientas cada día,
intenso como una llamarada,
o apacible como brasa entre cenizas.

Cuando es mío tu deseo, cuando es tuyo mi deseo,
cuando es nuestro y único el deseo,
ya se encuentran el cielo con la tierra,
la eternidad sin cuentas y el tiempo tan medido,
el yo tan solo y el nosotros,
el espíritu libre y el cuerpo aquí y ahora.

Avanzamos solamente en tu gracia,
siguiendo solamente tus ofertas,
sin codicias tiranas que impongan su agobiante ritmo,
ni reclamos de otros dueños que nos rompan.
Solamente en ti y en tu reino,
solamente.

Benjamín González Buelta, SJ

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