DOMINGO V DE PASCUA

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DOMINGO V DE PASCUA

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (15,1-8):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

Palabra del Señor

 

Tú eres la vid

Estamos seguros, Señor, contigo.
La savia que nos recorre es fuerte y pura,
no tememos a nada, pues estamos contigo,
eres Tú quien potencia nuestra vida,
la energía que brota de nuestras entrañas,
el impulso que reaviva nuestra historia.

Si estamos agarrados a Ti, Padre,
no tienen sentido tantas dudas,
no comprendo cómo tengo distracciones,
ni por qué confundo los valores,
ni cómo es posible que actúe en desamor,
si eres Tú quien me guía y quien me nutre.

Tú eres la vid, y como soy sarmiento,
a veces me desaliento y reseco,
pero Tú estás ahí, por los adentros,
renovando mi ilusión,
poniéndome en misión,
haciendo junto a mí esta tarea
de construir el mundo a tu manera.

Soy un sarmiento seco, y bien lo siento,
pues si estuviera más agarrado a Ti,
más desde dentro,
no me perdería en tonterías,
no haría daño a nadie, no estaría triste,
no buscaría en cosas llenar mi ansiedad,
sino que dejaría que tu savia
circulara por mí.

Tú Señor, que eres la vid,
que eres el fuerte,
sujétame fuerte a tu tronco,
hazme dar fruto dulce y jugoso,
mantenme transpirable y disponible,
no dejes secar mis ramas débiles,
ni permitas que se endurezcan
mis adentros,
Tú que conoces mis plagas y mis miedos.

Mari Patxi Ayerra

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