¡GRACIAS, MARÍA!
Querida María:
No queremos dejar pasar este día, sin acordarnos de ti, nuestro ejemplo a seguir como madres.
En esta época que nos ha tocado vivir, nos sentimos tan identificadas contigo…
Tú sufriste en tus propias carnes el desasosiego y el miedo que ahora sentimos nosotras.
En estos días, la enfermedad se cierne sobre nosotros, pero sobre todo tememos por nuestros mayores y por nuestros hijos.
A ti te vimos huir a Egipto para salvar a Jesús de Herodes, sentimos tu enfado cuando Jesús se escapó al templo, viviste en tus propias carnes cómo un Jesús adolescente te protestaba en las Bodas de Caná y todo lo superaste con comprensión, entendiendo que tener hijos conlleva todo esto.
Pero llegó el momento en que tuviste que acompañar a tu hijo en silencio, sabiendo que muchos querían hacerle daño. Y ahí, al pie de la cruz le acompañaste hasta el último momento y él quiso que no te quedaras sola.
Tú supiste estar a su lado en todo momento y así, también viviste la alegría de la Resurrección.
Y ahora María, tú nos guías en estos momentos difíciles, nos da miedo hasta dejarles salir a la calle: ¿y si no guardan las distancias? ¿Y si enferman? ¿Y si…?, nos da miedo todo, pero sabemos que siguiendo tu ejemplo, sabremos estar a su lado acompañándoles y afrontando lo que venga, guardándoles la retaguardia, y esperando siempre en segundo plano, como tú.
Por eso hoy queremos darte gracias, darte gracias porque la sociedad que se van a encontrar no será la misma que dejaron, pero el idioma del Amor seguirá siendo nuestro idioma, ese que nos enseñaron nuestras madres y abuelas, ese que nos enseñaste tú María Y qué mejor forma de celebrar este día contigo que rezándote:
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. AMÉN