«Quiero seguirte, Señor»

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«Quiero seguirte, Señor»

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,37-42):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.»

Palabra del Señor

 

TU CRUZ

Señor, sé que en la vida hay cruces “inevitables”,
(ciertos momentos, climas y trabajos,
ciertos encuentros, caracteres y silencios,
ciertas edades, convivencias y palabras…),
y uno debe asumirlas.

Sé que hay cruces que te “endosan”,
(en forma de calumnia, aislamiento y timo,
de contrato, contagio y chapuza,
de plagio, pelmada y fracaso…) ,
y uno, si puede, tiene que evitarlas
y si no, debe asumirlas.

Sé que hay cruces que te “atrapan”,
(la droga, el dinero, el poder,
la fama, el juego el placer,
la pasión el éxito, el qué dirán…),
y uno tiene que huir de este tipo de cruces.

Sé que hay cruces “de temporada”,
(de cuaresma, de exámenes, de fin de vacaciones,
de enfermedad, de encrucijadas, de decisiones,
de compromisos, de pasos equivocados…),
¡lo mejor es mirarlas bien
y no hacerlas más pesadas!

Se que hay cruces de “competición”
porque queremos quedar bien,
y trabajamos hasta la extenuación:
nos esforzamos, aguantamos, sufrimos
rezamos, nos comprometemos, nos vaciamos,
nos astillamos y hasta nos quemamos…
¡Hay que reírse de esas cruces!

Sé que hay cruces de “adorno”,
tatuadas o y de metales preciosos,
en el cuello, en el pecho,
en los palacios y en los templos,
en las cumbres y en las ciudades…),
¡las miro y sigo tu camino!

Yo solo quiero admirar y cargar con tu cruz,
con tu cruz que procura que el otro no tenga cruz,
que ayuda al otro a llevar su cruz;
con tu cruz, que asume el sufrimiento
porque ama sin condición.

Con tu cruz de dos palos,
uno que apunta al cielo
y otro que sirve para recostar los brazos
abiertos y cansados.

Con tu cruz liberadora,
que me enseña a volar hacia Ti
y a abrazar a todos los hermanos,
acá en esta tierra.

Florentino Ulibarri

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